Fabiola Díaz de León
Por primera vez en milenios la pascua no convoca a la cristiandad ni al mundo judío ni al islam. Todas las celebraciones judeocristianoislámicas se llevaron a cabo de forma virtual, los fieles están aislados en sus casas. Las comunidades desmembradas. La Fe reducida a células domésticas. Los ministros ofician en templos vacíos. Occidente y Oriente perdidos ante el mismo mal. La Pandemia no perdona credos ni dioses. La Pandemia es como la ciencia, atea. No hay dios que se le plante de frente a la amenaza que se cierne sobre el Planeta y la humanidad. O sería mejor decir la humanidad del planeta, porque mientras estamos recluidos la naturaleza florece, revive, se reconstruye, se libera del yugo de nuestro dominio humano que la destruye sistemáticamente, pero tampoco podemos ser ajenos de esa naturaleza, esa misma que nos hace nacer, vivir, reproducirnos o no, e inevitablemente, morir. La mortandad no es el verdadero problema del COVID-19, el problema es que es altamente contagioso y pone en riesgo todo el mundo como lo conocemos. Ni durante la peor de las guerras en el mundo se había paralizado el planeta entero.
Los gobiernos y sus gobernantes tiemblan no solo ante la posibilidad de enfermar o enfrentar las fases críticas de la Pandemia sino ante la realidad económica que supone para todos el hecho de que las economías en todo el planeta se detuvieron. Deudores y acreedores se ven en la misma balanza, ¿cómo pago? ¿cómo cobro? No hay ingreso. ¨Países con dinero y sin dinero tiemblan ante la realidad de lo que el 2020 y probablemente los años siguientes signifiquen para sus mecanismos económicos.
La de por sí rebasada salubridad mexicana ahora enfrenta retos imposibles. La Sedena y la Naval salen al quite con tan pocos recursos como conocimientos. Necesitamos profesionales de la salud pero los exponemos a diario en hospitales y centros nacionales que carecen de insumos e instalaciones que resguarden su seguridad. No es solo el factor de liquidez sino de operatividad. El virus avanza, no espera. Los insumos, aun cuando se tuvieran suficientes, tardan en llegar a los lugares donde el virus ya está más que presente y reproduciéndose por minutos.
Informarnos o no, concentrar datos, sacar conclusiones, no cambia la realidad. El País sigue sumido en una politiquería enfermiza cuando lo que se necesitan son brigadas sanitarias en cada rincón. Pero estamos paralizados ante esta tragedia, no podemos ser solidarios porque no podemos actuar en conjunto, esa cercanía que nos ha salvado de los peores rezagos de los terremotos y otras crisis ahora son imposibles de implementar. No podemos tomar las calles. El humano es el riesgo del humano mismo. No podemos ser una fuerza colectiva porque esa colectividad es el riesgo. Centros de trabajo, de reunión, de transporte, ahora son desiertos.
La 4T sortea los mares más adversos en siglos y esté o no a la altura del reto es lo de menos. Apoyar o no al régimen en el poder está de más. La Pandemia no es culpa de la 4T, ni de Trump, ni de Johnson, ni de Putin, no hay culpables que destruir para reconstruir al mundo que perdimos. Nada va a volver a ser igual ni en México ni en ningún lado. Ni siquiera podemos culparnos como humanidad de esta catástrofe. Y miren que somos la especie más fácil de responsabilizar de la tragedia planetaria. Ni siquiera podríamos apelar a un apocalipsis de la humanidad porque no lo es, seguiremos siendo billones de sobrevivientes del coronavirus, unos con el covid-19 otros solo portadores contagiando a otros de este patógeno que nos ha venido a tomar por sorpresa y de manera invisible nos ha paralizado y encarcelado en nosotros mismos. El resultado será el que cada uno de nosotros haga de él. Es un enemigo silencioso e invisible que golpea por igual a traición a todos y a todo. Podremos ser mejores o peores que antes, pero nunca iguales. Nuestros sistemas se van a ir diluyendo por los eslabones más débiles, para México: Pemex, las remesas, la economía informal. Todos los pilares de la economía que ha planteado el Presidente López Obrador dejaron de funcionar de un segundo a otro, ¿y qué plan emergente se puede crear si la prioridad es sacar dinero de los Fideicomisos Públicos para pagar intereses de la deuda de 3.6 billones de Petróleos Mexicanos? Los trabajadores ilegales en el país del norte no pueden trabajar y no gozan de la calidad migratoria que les garantice apoyos estatales. De ahí que las remesas no estén llegando a sus destinatarios. La venta de pequeños negocios irregulares sin personas en las calles cómo van a generar comercio. Cuando la misma Alejandra Barrios y sus ambulantes están en ceros ¿qué podemos esperar los demás? ¿Cuánto tiempo se mantendrán las empresas formales a flote? No hay juzgados, el personal de estado está recluido en sus casas. Es abril, mes de declarar impuestos y pagar. Ni Raquel Buenrostro Sánchez y su terrorismo de recaudación va a ser capaz de garantizar este periodo fiscal. Los bancos ofrecen meses de prorroga absurda que no resuelve nada, ni su cobranza ni su tiempo ni el hecho de que aun cuando puedan embargar inmuebles y bienes que tengan en garantía si el mercado está paralizado (y lo está) solo se harán de pasivos que en vez de generarles ganancia les van a causar gastos.
La única coincidencia de esta pascua es que está por nacer un nuevo orden económico mundial. Eso sí es un milagro. #QuédateEnTuCasa
Los gobiernos y sus gobernantes tiemblan no solo ante la posibilidad de enfermar o enfrentar las fases críticas de la Pandemia sino ante la realidad económica que supone para todos el hecho de que las economías en todo el planeta se detuvieron. Deudores y acreedores se ven en la misma balanza, ¿cómo pago? ¿cómo cobro? No hay ingreso. ¨Países con dinero y sin dinero tiemblan ante la realidad de lo que el 2020 y probablemente los años siguientes signifiquen para sus mecanismos económicos.
La de por sí rebasada salubridad mexicana ahora enfrenta retos imposibles. La Sedena y la Naval salen al quite con tan pocos recursos como conocimientos. Necesitamos profesionales de la salud pero los exponemos a diario en hospitales y centros nacionales que carecen de insumos e instalaciones que resguarden su seguridad. No es solo el factor de liquidez sino de operatividad. El virus avanza, no espera. Los insumos, aun cuando se tuvieran suficientes, tardan en llegar a los lugares donde el virus ya está más que presente y reproduciéndose por minutos.
Informarnos o no, concentrar datos, sacar conclusiones, no cambia la realidad. El País sigue sumido en una politiquería enfermiza cuando lo que se necesitan son brigadas sanitarias en cada rincón. Pero estamos paralizados ante esta tragedia, no podemos ser solidarios porque no podemos actuar en conjunto, esa cercanía que nos ha salvado de los peores rezagos de los terremotos y otras crisis ahora son imposibles de implementar. No podemos tomar las calles. El humano es el riesgo del humano mismo. No podemos ser una fuerza colectiva porque esa colectividad es el riesgo. Centros de trabajo, de reunión, de transporte, ahora son desiertos.
La 4T sortea los mares más adversos en siglos y esté o no a la altura del reto es lo de menos. Apoyar o no al régimen en el poder está de más. La Pandemia no es culpa de la 4T, ni de Trump, ni de Johnson, ni de Putin, no hay culpables que destruir para reconstruir al mundo que perdimos. Nada va a volver a ser igual ni en México ni en ningún lado. Ni siquiera podemos culparnos como humanidad de esta catástrofe. Y miren que somos la especie más fácil de responsabilizar de la tragedia planetaria. Ni siquiera podríamos apelar a un apocalipsis de la humanidad porque no lo es, seguiremos siendo billones de sobrevivientes del coronavirus, unos con el covid-19 otros solo portadores contagiando a otros de este patógeno que nos ha venido a tomar por sorpresa y de manera invisible nos ha paralizado y encarcelado en nosotros mismos. El resultado será el que cada uno de nosotros haga de él. Es un enemigo silencioso e invisible que golpea por igual a traición a todos y a todo. Podremos ser mejores o peores que antes, pero nunca iguales. Nuestros sistemas se van a ir diluyendo por los eslabones más débiles, para México: Pemex, las remesas, la economía informal. Todos los pilares de la economía que ha planteado el Presidente López Obrador dejaron de funcionar de un segundo a otro, ¿y qué plan emergente se puede crear si la prioridad es sacar dinero de los Fideicomisos Públicos para pagar intereses de la deuda de 3.6 billones de Petróleos Mexicanos? Los trabajadores ilegales en el país del norte no pueden trabajar y no gozan de la calidad migratoria que les garantice apoyos estatales. De ahí que las remesas no estén llegando a sus destinatarios. La venta de pequeños negocios irregulares sin personas en las calles cómo van a generar comercio. Cuando la misma Alejandra Barrios y sus ambulantes están en ceros ¿qué podemos esperar los demás? ¿Cuánto tiempo se mantendrán las empresas formales a flote? No hay juzgados, el personal de estado está recluido en sus casas. Es abril, mes de declarar impuestos y pagar. Ni Raquel Buenrostro Sánchez y su terrorismo de recaudación va a ser capaz de garantizar este periodo fiscal. Los bancos ofrecen meses de prorroga absurda que no resuelve nada, ni su cobranza ni su tiempo ni el hecho de que aun cuando puedan embargar inmuebles y bienes que tengan en garantía si el mercado está paralizado (y lo está) solo se harán de pasivos que en vez de generarles ganancia les van a causar gastos.
La única coincidencia de esta pascua es que está por nacer un nuevo orden económico mundial. Eso sí es un milagro. #QuédateEnTuCasa
No hay comentarios:
Publicar un comentario