Hoy se celebra el día
de la despatologización trans, esto es que en la actualidad los
travestis, los trangéneros y los transexuales son considerados como
enfermos mentales por la Organización Mundial de la Salud. Bajo el
nombre de trastorno de disforia de género (disforia es el antónimo
de euforia y quiere decir incomodidad o malestar) el querer ser del
sexo opuesto al biológico que indica un fuerte rechazo a los
genitales con los que nacemos. Los travestis se disfrazan como gente
del sexo opuesto, los transgéneros modifican sus cuerpos para
asemejarse al sexo opuesto al de nacimiento y viven como tales y los
transexuales se operan para tener genitales y cuerpos que parecen del
sexo opuesto. Todos nos definimos con dos variantes: la orientación
sexo genérica (de que sexo nos sentimos) y la preferencia sexual:
heterosexualidad (solo sexo con el sexo opuesto) la bisexualidad
(sexo con ambos géneros) y la homosexualidad (solo sexo entre sexos
iguales). No todos los trans (trans quiere decir más allá) son
iguales, la diversidad es infinita, una cosa es querer vivir como
mujer siendo hombre o vivir como hombre siendo mujer y otra muy
distinta como se manifiesten sus gustos y preferencias sexuales.
Los trans tienen
personalidades que buscan cambiar o vivir diferente a como se espera
que vivan socialmente pues vivimos en una sociedad genitalizada: si
tienes vagina debes ser sumisa y pasiva y si tienes pene debes ser
activo y potente. Todos los días nos damos cuenta que no es así en
la realidad, que hay mujeres activas y potentes y hombres pasivos y
sumisos -por mencionar solo los extremos-. Como la luz se descompone
en todos los colores del arco iris cuando pasa por un prisma la
sexualidad y la orientación sexo genérica se manifiestan en todas
las variantes posibles (que son infinitas).
La definición de la
preferencia sexual viene del factor afectivo. El sexo es lo de menos,
el afecto es lo más importante pues importa más de quién nos
enamoramos que con quien nos acostamos.
Cuando somos niños se
nos permite naturalmente expresar afecto por ambos géneros, es en la
adolescencia cuando nos definimos erótico afectivamente y cuando
comenzamos a jugar el rol social y sexual de manera activa y en
nuestra búsqueda de aceptación lo jugamos de la única manera que
la sociedad heterosexual la supone: hombres con mujeres y viceversa.
Aquí empezamos todos pues la sociedad da por hecho que todos
partimos de la postura heterosexual sin contemplar que podemos ser
bisexuales u homosexuales. De aquí viene el proceso de definición o
“salir del clóset”.
Así como hace 20 años
los psiquiatras se pusieron de acuerdo en sacar la homosexualidad o
la bisexualidad del manual de enfermedades mentales reconociendo que
no se trata de una patología ahora esperamos que los mismos médicos
consideren que la disforia de género no es una enfermedad sino una
opción de vida válida. Si me quiero vestir de hombre, de mujer o de
bombero es indistinto a la sociedad, es algo que me compete solo a mí
como individuo pues solo yo sé cómo soy y cómo quiero vivir mi
vida. Si soy travesti, transgénero o transexual es asunto mio
solamente. Si bien la higiene mental de todos es de vital importancia
en el caso de los compañeros y compañeras trans se dan cuadros
complejos, no porque estén enfermos del cerebro sino porque la
discriminación, la homofobia y la transfobia los orillan a dejar de
tener las mismas oportunidades de las que gozamos los que no tenemos
una identidad trans. Gracias al bullying que viven en las escuelas
abandonan sus estudios, gracias a la discriminación en sus casas
abandonan a sus familias, gracias a la homofobia en la sociedad se
aíslan y se marginan viviendo como prostitutos o prostitutas pues no
tienen oportunidades de un trabajo formal, siendo víctimas de
violencia en sus parejas y negándose a tener una vida familiar
plena. Este fenómeno es completamente social, la enfermedad mental
es social, no es del individuo trans. Vivimos en una sociedad enferma
por el odio y la discriminación y los crímenes por homofobia sí
son preocupantes, no si mi hijo pasa a ser mi hija, sino porque
cualquier enfermo de odio puede agredirlo o agredirla o incluso
asesinarle.
Yo quiero invitar a
todos a que los psiquiatras mexicanos consideren estos factores, a
que estudien y hagan un plebiscito para despatologizar la condición
trans en aras de que estas personas gocen de los mismos derechos que
cualquier ciudadano tiene hoy en día en nuestra democracia.
Considerarlos enfermos mentales es convertirlos en inválidos
sociales. En mi humilde opinión la Organización Mundial de la Salud
(OMS) comete una injusticia con los hermanos y hermanas trans pues ni
puede curar lo que indica ni puedes corregir lo que se manifiesta,
solamente los estigmatiza agudizando así su por demás condición
vulnerable.