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domingo, 5 de agosto de 2012

Chavela Vargas


Doña Chavela regresó a los escenarios en 1991, fue en El Hábito donde encontró una segunda casa en el DF, Chavela vivía en Tepoztlán y se jactaba de subir el Tepozteco diario. Doña Chavela llegó los viernes para quedarse durante tres años que tuve el honor de recibir a su público pues en esa época yo era gerente del Bar El Hábito. Curiosamente los viernes iban los mismos a ver a Chavela, grandes amigos de toda la vida que la seguían incondicionalmente a donde iba. Recuerdo a Carlos Prieto que decía que Chavela no era aries, era aries del mayab. Lucía García Noriega estuvo de butaca de oro toda la temporada.
Chavela llegaba dos o tres horas antes a su camerino, bendito camerino de Chavela, qué no ha sucedido en ese camerino, si ese camerino hablara nos podría contar tantas impudicias que se sonrojarían los espejos. Chavela llegaba con su maleta y su eterna colonia Sanborn's a hacer puntualmente su prueba de sonido y a platicar con todos. Chavela era una historia abierta y tenía más experiencia que el diablo. Por esos tiempos en su estreno Chavela convocó a Marcela Rodríguez, compositora magnífica y gran guitarrista, hermana de Jesusa, a tocar con ella y su fiel Marco. Dos Guitarras, telón negro y un nopal hermosísimo de satén que hizo Tolita Figueroa enmarcaban a Chavela y sus dos guitarras. En proscenio artesanía de hoja de lata para veladoras en forma de pequeños nopalitos hacían de Candilejas.
Era un espectáculo hermoso y con lo mejor del repertorio de la Doña. Obviamente empezaba ella golpeando su guitarra y cantando Macorina con su eterno Jorongo, sus botas. Su pelo cano corto y su tez morena. Su voz enronquecida por la vida y los tequilas que vive dios que acompañaron a Chavela mientras pudo y quiso. Doña Chavela tenía iniciativa y voluntad. Tenía el ama de hierro y el corazón blando y enamoradizo. Ah las mujeres en la vida de Chavela fueron siempre la punta de la lanza. Amores y amores que le forjaron la espada del ser. Chavela era toda una institución en el mundo y yo apenas tenía 21 años y el honor de servir a doña Chavela todos los viernes por tres años.
Chavela entró justo cuando las Hermanas Aguila salieron así que los viernes se siguieron vistiendo de nostalgia y el oportunismo digno de toda taquilla. Los viernes estaba lleno siempre con Chavela y hubo alguna función que no hubo luz y Chavela dio la función a capella y a la luz de las linternas y las velas. Otra vez una cucaracha de jardín se empeñó en cantar con la doña a dúo y revolotearle todo el recital. Chavela cantaba, contaba chistes y platicaba con la audiencia que se sentía en la sala de su casa.
Jesusa daba la bienvenida y presentaba a Chavela, Liliana siempre acompañándola y siendo anfitrionas excélsas de Doña Chavela.
Chavela siempre fue rica, rica en voz y en amigos. Generosa como pocas le daba la palabra a todos y a todas. La fueron a visitar todos sus amigos, recuerdo a doña Katy Jurado tomándose sus tequilas con hielo y en old fashion. Feliz viendo a su amiga de cuanta correría habían hecho. Chavela decia que con Katy Jurado se aventaba la pera de cuernavaca en reversa bien entequiladas.
Contaba cuando el Indio Fernández comía la sopa hirviendo quemándose los bigotes y gruñendo, también cuando la balaceó. Chavela era una leyenda viva y lo seguirá siendo. Agente secreto del corazón la llamó Alfonso Morales en el Álbum de las Estellas del Hábito. Chavela es un corazón abierto, ama y señora de los aplausos y las ovaciones, ahora en los cielos cantando rancheras con todos los maestros del karma en un eterno devenir de almas en el camino. Chavela ya era estrella aquí, lo de menos será buscarla entre los cielos cerca de alguna cuerda acompañándose en una eterna sinfonía de planetas. Chavela no descansa, canta.

 



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