Si nos remontamos a los
primeros años del siglo XX en México encontraremos una sociedad
claramente permeada por homo-sexuales en todos los ámbitos de la
vida nacional. El desenfreno y la vorágine en la que se vivía la
sexualidad era finisecular. La Ciudad de México en el retrato que
hace Salvador Novo en La Estatua de Sal, nos refleja una metrópoli
en la que los hombres que tenían sexo con hombres tenían rutas en
los tranvías para tener encuentros sexuales, así como reuniones y
sitios de encuentro por toda la zona metropolitana, para 1945 que se
escribe, Novo ya tenía pleno conocimiento de ese mundo y se movía
como pez en el agua junto con muchos per-sonajes más.
La comunidad -a puerta
cerrada- tenía sus lugares y sus protagonistas sociales. Salvador
Novo, Carlos Pelli-cer, Xavier Villaurrútia, Manuel Rodríguez
Lozano, Elías Nandino, Jaime Torres Bodet y otros tantos se
identificaron bajo pautas artísticas semejantes y bajo una
identidad homosexual compartida. La literatura homoerótica no se
hizo esperar así como la pintura y otras tantas expresiones
humanas, un grupo prolífico que deja documentación de la vida
privada en su época post revolucionaria y de posguerra. Mucho
podemos decir de cada uno de los contemporáneos sus vidas y obras
son fantásticas y míticas. No todos fueron homosexuales en el
grupo pero sí una gran mayoría de ellos se manifestaron de esa
manera sexualmente. La gran interrogante del grupo es Jorge Cuesta,
poeta y químico del que se cuentan terribles leyendas permeadas de
verdad histórica. Si bien Cuesta no solo era un tipo de suerte con
las mujeres y hasta se dio el lujo de robarle la esposa al mismo
Diego Rivera, Lupe Marín, con la que tuvo un hijo al cual se dice
que violó siendo este muy pequeño, después trató de emascularse
con un desarmador por lo que fue atendido de emergencia en un
hospital. Muchos fueron los brotes de locura de Jorge Cuesta, el
heterosexual del grupo, al final de su vida en un brote psicótico
llegó afirmando que se había convertido en mujer y que estaba
menstruando. Al revisarlo el doctor se dio cuenta de que se trataba
de unas hemorroides sangrantes, pero sin duda en el delirio de Cuesta
ya era toda una mujer. El heterosexual del grupo era transexual y se
veía en una crisis de identidad sexo genérica en plena edad adulta.
Más tarde se suicidó con las sábanas de su cama colgando de una
ventana.
El suicidio es frecuente
ente los contemporáneos, Antonieta Rivas Mercado, su gran amiga y
mecenas se pegó un tiro con la pistola de su amante (José
Vasconcelos) nada más que dentro de la catedral de Notredamme en
París. Xavier Villaurrutia, magnífico escritor, amante y mejor
amigo de Salvador Novo, cómplice de correrías y autor de grandes
obras hizo tal berrinche cuando Novo no quiso estrenar su última
pieza en Bellas Artes en las fiestas decembrinas envenenó su cena y
murió delante de su madre y su hermana. Jaime Torres Bodet se pegó
un tiro con una escopeta. Abraham Ángel, joven pintor amante de
Rodríguez Lozano, se suicida de una sobredosis en una fiesta.
Villaurrútia escribe el
Nocturno Amor precisamente a este episodio de la vida del artista y
se lo dedica a él.
En las imágenes Salvador
Novo, Jorge Cuesta, Xavier Villaurrútia, Manuel Rodríguez Lozano, Abraham Angel y Antonieta Rivas Mercado
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