Bienvenidas mis queridas alumnas a su clase de historia de las lesbianas en la ESCUELA DE SEÑORITAS. El final del siglo XX establece parámetros donde algunos sistemas son más incluyentes con la comunidad LGBTTTI. Se concreta la ley de uniones civiles y las primeras parejas se casan en la Ciudad de México o en el Estado de Coahuila que son las dos entidades que realizan este servicio ciudadano. Y entramos en una materia importante: México vive un estado laico cuya única razón de ser es el de organizar y brindar servicios de calidad a sus ciudadanos. Proteger a los niños y a los ancianos, brindar educación y atención medica. Establecer los parámetros de legalidad para poder organizar el registro civil y brindar a cada mexicano un acta de nacimiento con un nombre congruente con la vida que el individuo escoja. Nada de que ando con escote y de minifalda pero mis documentos dicen que me llamo Nicanor y no Mónica. O andar con la barba crecida y gargajeando para aparentar ser muy macho y que en tu licencia diga María Isabel. No se puede vivir así. La comunidad LGBTTTI cuenta ya en la zona rosa con una oficina del Ministerio Público especializada y en ella la autoridad la detenta una ministerio público transgénero y se atienden quejas sobre homofobia, lesbofobia, discriminación y tantos otros crímenes que las minorías vivimos a diario. Ya no somos ciudadanos de segunda clase relegados a los giros negros y a los antros de vicio y perdición que la gente se imagina que vivimos. No. Ahora representamos el 16% de la población y tenemos una gran ventaja electoral. El dinero rosa y el voto rosa son codiciados por la izquierda mexicana en primer lugar, PRD, CONVERGENCIA, PT… todos ellos estarían más que felices para darnos cabida en su agenda política. La derecha, más homófoba a fin de cuentas, necesita ese voto pero no va a aceptarlo abiertamente, el voto rosa se puede diluir entre los polos políticos. Pero los modelos de países desarrollados en materia de minorías sexuales se imponen en México y ya contamos con la ZONA ROSA, la zona gay de la ciudad. Ahí es común ver a parejas homosexuales de la mano o besándose en la calle sin miramiento alguno, cientos de travestis, transgeneros y transexuales pululan entre antros y restaurantes en las callejuelas de la Zonaja que es como le dicen en muchos casos coloquialmente. Restaurantes, galerías, hoteles y sex shops dan la bienvenida a los homosexuales en una sobredosis de sexo que puede saturar a cualquiera. La zona es muy gay y sobran los antros con cuartos oscuros para varones, para las mujeres no existen semejantes establecimientos donde el sexo casual y las orgías son la práctica más cotizada. Las lesbianas somos fresas y migajonas, nosotros hacemos las orgías en la comodidad de nuestros hogares. Esto no es cierto, las mujeres no somos dadas a las prácticas orgiásticas. Cuando mucho haríamos una subasta de besos y todavía dudaríamos en participar. Sin duda las lesbianas tenemos un patrón de comportamiento sexual que no se asemeja a lo que la generalidad de las personas tiene en la mente como GAY. Tenemos que tomar lo mejor de ambas sociedades, la homo erótica y la heterosexual para vivir en un mundo que llene y satisfaga nuestras necesidades sociales. Es nuestro momento de salir a las calles y hacernos visibles pero no desde los antros, bares y cantinas gays, sino desde las exposiciones, las marchas, el activismo y la dignidad. Poco importa lo que hayamos logrado en el pasado inmediato ahora es cuando debemos mostrarnos con orgullo y con la cabeza y la mirada en alto porque somos parte activa de la sociedad. Porque nuestra preferencia erótico afectiva no tiene porque impedirnos ser madres o establecer una familia biológica o adoptiva, homoparental. Debemos apoyar a nuestros representantes en las cámaras y tratar de ganar más curules para la comunidad LGBTTTI. Seamos Lesbianas pero no nos segreguemos ni nos sintamos menos en nuestras casas por ser la rarita del hogar. Vamos empoderándonos entre nosotras y viviendo parejas ejemplares que pueden ser la cimiente de las familias del futuro. Dejemos el closet atrás. Es un concepto anticuado y violento donde el individuo se siente presionado para hacer publica su homosexualidad. Cambiemos mejor al respeto a la intimidad. Con quien dormimos no es de la incumbencia del estado laico, mucho menos de las iglesias que en su radical homofobia le cierra las puertas de la casa de dios a sus hijos homosexuales. Mantengamos la intimidad donde corresponde y dejemos de segregarnos y etiquetarnos. Todos somos MONOSEXUALES mono es uno, todos tenemos un solo sexo, el que tenemos entre las piernas, asi que ni homos ni heteros. Sino monosexuales libres de poner el ombligo donde mejor nos plazca.
Orgullo y respeto mis queridas alumnas, exijan su derecho a la intimidad. Esa es y será siempre, su tarea principal.
esta buemisimo sigan asi
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